Ser Mujer

Empatía, desapego y un soplo de vida.

Tradicionalmente el fallecimiento se entiende como la finitud de la vida y en cierta forma lo es, ya que termina la vida de un ser, pero, ¿qué tal si tras el cese de su ritmo cardíaco, de su respiración, de sus impulsos nerviosos pudiera volver a la vida? No, no hablo de ciencia ficción sino de algo mucho más simple y cercano. Hablo de ser empático y dar. Dar a los demás seres la posibilidad de habitar un mundo mejor, hablo de trabajar el desapego y entender que tras la pérdida de un ser querido hay mucho dolor. Sí, púes se deberá aprender a transitar por este mundo con la falta del otro, pero quizás si ese otro formara parte del mundo, si pudiera ser un árbol que permite a los pájaros anidar, a los insectos vivir, a dar sombra al transitar o reposar bajo el mismo, a dar oxígeno, entonces entenderíamos lo mucho que nuestra vida y nuestra muerte puede cambiar al mundo.

En uno de mis artículos “Empatía desde el más allá” (https://americaexequial.lat/empatia-desde-el-mas-alla/), comenté brevemente proyectos con materiales, procedimientos y destinos alternativos a los tradicionales; así como proyectos que se orientan al reciclaje de aparatos clínicos y prótesis. La industria funeraria, al igual que las demás industrias, contamina. Sí, aún después de muertos seguimos contaminando. Sería bueno comenzar a ser menos contaminantes e ir un poco más lejos y pensar en ayudar a recuperar la naturaleza.

En cuanto a las exequias, pienso que, además de la presencia de un cuerpo sin vida, hay un árbol que fue talado, unas flores que fueron arrancadas y que se marchitarán, que serán desechadas ni bien los deudos se retiren del cementerio (además de ser caras), veo un cuerpo que se descompondrá dentro de un trozo de madera, si es que se lo permite el envoltorio derivado de polímero sintético que retrasará la descomposición natural. Ojalá no tenga que hacer el penoso trámite de la reducción y destapar un féretro desfondado con restos humanos semidescompuestos que con suerte un funcionario retirará fríamente los restos secos de la osamenta para colocarla dentro de una urna más pequeña; de no estar lo suficientemente descompuesto, y luego de ver un montón de huesos y carne putrefacta con forma humanoide, ya no su ser querido, le dirán deshumanizadamente: “no está pronto, vuelva el año que viene”.

Pienso que nuestro cuerpo es el recipiente de nuestra esencia. Que nuestros seres queridos nos recordarán por quienes fuimos, por nuestros defectos, aciertos, enseñanzas y tantas otras cosas. Como dice Pilar Sordo en su libro “Bienvenido dolor” que “serán recordados con cariño y sonrisas, recordarán nuestras virtudes, nuestro conocimiento y talento”. Tras el fallecimiento pasamos a otro “reino”, es necesario asimilar la pérdida física de un ser querido, por ello la importancia del velatorio como rito de paso, es decir celebrar el pasaje de un lugar en la sociedad a otro espacio, lugar, dimensión o lo que de acuerdo a nuestra religión pensemos que vamos.

Sabemos que nuestros órganos, luego del fallecimiento, pueden salvar la vida a otra persona, que todos aquellos aparatos clínicos, prótesis, silla de rueda, camilla o hasta la chata pueden mejorar la calidad de vida de otra persona, pero podemos ir más lejos y proponer que nuestro cuerpo ayude al mundo entero.

Nuestros huesos se componen de un tipo de fosfato de calcio, sulfatos y potasio ¡somos un fertilizante maravilloso! Pueden cultivarse árboles, plantas y hacerse huertos. Hay urnas biodegradables que, luego de la cremación, en conjunto con las cenizas forman un cuenco fértil para el crecimiento de árboles, sin embargo, a pesar de la hermosa metáfora de resurgir de las cenizas, debemos tener en cuenta que el procedimiento de la cremación tradicional contamina (la hidrólisis alcalina es una alternativa más ecológica).

Hay alternativas ecológicas, como el proyecto RECOMPOSE (https://recompose.life) que propone colocar los cuerpos en nichos hexagonales cubiertos por alfalfa, paja, astillas de madera y microbios que aceleran el proceso de descomposición. Se obtiene un metro cúbico de compost, fertilizante que servirá para abonar tierra destinada a plantar árboles, plantas, flores, hortalizas, frutas y verduras.

CAPSULA MUNDI (https://www.capsulamundi.it) es un hermoso proyecto que propone colocar el cuerpo dentro de un estuche ovoide de material biodegradable. Hay dos tamaños, el pequeño para las cenizas y los grandes para el cuerpo, el mismo se coloca en posición fetal; será una gran semilla donde crecerá un árbol, la elección de la especie puede hacerse en vida. Bajo este hermoso concepto muchos de nosotros formaremos un bosque, este concepto está presente en el Cementerio BOSQUE ETERNO (https://bosqueeterno.com ), un parque funerario donde la muerte genera vida y donde se conmemoran las vidas de nuestros seres queridos.

Pienso que la empatía se enseña, se aprende y se aplica. Que el desapego no es desamor, es amar sin aferrarse, pienso que uno debe ayudar y dar a quien lo necesita, sé que es difícil dar, que es difícil desprendernos de lo material, cuánta ropa acumulamos y terminamos usando lo mismo todos los días. Pienso que hay que comenzar por dar todo aquello que no usamos y entender que muchas veces lo que para nosotros no tiene valor para otro puede generar una gran diferencia.

Nuestro cuerpo se degradará. Deberíamos comenzar a pensar que tras nuestro deceso podríamos salvar la vida de alguien cercano o desconocido y luego reflexionar que podemos hasta reforestar el planeta.

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Javiera Nùñez

Uruguaya. Soy Licenciada en Artes Plásticas y Visuales, egresada de la Facultad de Bellas Artes en Uruguay. Asesora de servicios fúnebres, especialista en ceremonia exequial, tanatopractor, auxiliar forense en técnicas de autopsias y toma de muestras.

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