Editorial de AE

En todos lados se cuecen habas.

A diario, conocemos por los noticieros locales e internacionales, hechos delictivos de grandes corporaciones o empresas de reconocidos nombres, como también actos de malversación de fondos y delitos cometidos por famosos personajes de los más diversos sectores financieros, industriales, comerciales, empresariales, etc.  Esto no es algo nuevo, sucede desde que el mundo es mundo, inclusive en la industria funeraria, aunque poco se sabe de estos hechos. 

Nuestra industria, es un segmento que atiende de una forma muy especial una de las necesidades esenciales del individuo y su familia; apoyarlos ante la pérdida física de un integrante familiar o de su círculo más íntimo. Es de esperarse, qué en el sector funerario, estos hechos delictivos no ocurran, ya que el mismo, está construido en cimientos de confianza, respeto a las personas, y compasión ante la pérdida física de un ser humano.

Lamentablemente, dentro de nuestro sector, hay empresas, profesionales y empleados que ignoran estos códigos de ética.

Recientemente, la periodista americana Patricia Hartley, dio a conocer un informe de lo que ella denomino el “Salón de la Vergüenza”. “En 2019, directores, propietarios y consejeros estafaron intencionalmente a clientes y familias en al menos $ 4 millones de dólares, la mayoría en fondos de pre necesidad  . La mayoría de estas personas disfrutaron de ganancias financieras a corto plazo, pero perdieron sus negocios, licencias, trabajos, reputación y / o libertad.”

Efectivamente estas empresas, debieron afrontar el escarnio público, pagar fuertes multas económicas, y varios directores funerarios fueron a prisión.

Si bien es probable que esa no sea una lista exhaustiva, la realidad es que estas cosas no solo suceden en los EEUU. Las empresas funerarias de América Latina, han sufrido y sufren estos hechos. Muchos hechos de estas características inundan las redes sociales, las cadenas de WhatsApp, acusaciones, denuncias, etc., pero poco se demuestra efectivamente, tanto por parte de los usuarios, como por parte de damnificados. Pero es poco lo que se conoce o se comprueba oficialmente, la mayoría de estas situaciones quedan en acalorados debates en estas redes, cruces de comentarios sin fundamentos, insultos, desacreditaciones y escasas pruebas.

Asistimos todos los días, a denuncias realizadas por parte de personas que han sido estafadas en su buena fe, generado extensos debates y comentarios por personas que no tienen real conocimiento de los hechos, y donde los victimarios se ponen en situación de víctimas, intentando desprestigiar a otros para “esconder” su culpabilidad; y donde los que no conocen los hechos, apoyan y aplauden a uno u a otro, como en tribunas de espectáculos públicos, y donde los damnificados, tampoco aportan hechos reales, no hacen sus denuncias formales…y finalmente, todo queda en la nebulosa y el anecdotario.

Todos, absolutamente todos, tenemos nuestros propios demonios como ya es sabido: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Cada uno de nosotros, desde el lugar que ocupemos en el sector, debemos trabajar y esforzarnos por ser mejores cada día, respetar a nuestros colegas, profesionalizarnos, mejorar nuestras empresas, para poder servir mejor y en forma honesta a la sociedad, a los individuos y sus familias.

Los invito a reflexionar sobre todo esto, no podemos tener un sector profesionalizado sin honestidad, ética y empatía. Les dejo un cordial saludo.

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Ricardo López De Lacalle

Director Ejecutivo. Soy consultor y asesor independiente para la gestión y desarrollo de proyectos de estrategia e innovación en el sector de servicios sociales y la industria exequial. Con fuerte impronta en la implementación de valor agregado y redes empresariales. Asesoro a empresas de servicio funerarios, cementerios parques privados, crematorios, organizaciones de asistencia médica - privada, gobiernos provinciales y/o departamentales, tanto en Uruguay como en otros países de América Latina.

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