Latam

La psicosis del contagio, la prontitud del despacho y una despedida breve

Lic. Javiera Núñez

Actualmente en Uruguay hay un total de 1322 personas recuperadas, 178 personas cursando
la enfermedad, 43 fallecidos y 7 nuevos casos de infectados por coronavirus COVID-19.
Si bien el buen manejo de la pandemia en este país ha sido reconocido mundialmente, el diario
The Financial Times dedicó un artículo en el mes de junio elogiando éste hecho: “uno de los
pocos países de América Latina que parece tener la pandemia bajo control” afirmaron; Mike
Pompeo, jefe de la diplomacia estadounidense dijo: “Uruguay ha mostrado un liderazgo en el
manejo de la pandemia, sirviendo de modelo en la región” en su homenaje el pasado 25 de
agosto, por la declaratoria de la independencia de Uruguay.

A pesar del buen manejo, hay una realidad que no se comenta y es que la psicosis del contagio
imposibilita a las familias poder despedirse de una manera digna y profunda, los
“admisionistas”, como se les llama a los funcionarios con tareas administrativas que realizan el
ingreso del paciente, exigen celeridad en el retiro del cadáver de la morgue hospitalaria aun
cuando no se tienen los resultados del famoso hisopado que permite descartar o no el contagio
del virus en el cuerpo.
En aquellos casos en los que una persona tiene la mala fortuna de fallecer al lado de un
paciente con sospechas de haberse contagiado del virus se le realiza un hisopado postmortem,
y aun no teniendo el resultado, algunas mutualista no permiten el reconocimiento del cuerpo
por parte de un familiar y se trata el mismo como infecto contagiosos, lo cual por su puesto es
como se debe proceder, sin embargo si extendieran la estadía de la persona fallecida le
permitirían a las familia no solo hacer los trámites correspondientes con calma sino el poder
despedirse con un beso o abrazo de sus seres queridos.
El protocolo del manejo de un cuerpo con COVID-19 indica que los funcionarios de la funeraria
deben asistir con mascarilla, mameluco, guantes y se debe llevar el féretro al sanatorio u
hospital; embolsar el cuerpo y enferetrarlo, rosear bactericida, cerrar el féretro y desinfectarlo,
y bajo ninguna circunstancia abrirlo; se procede de igual forma cuando aún no se tienen los
resultados del hisopado.

Aquí en Montevideo, Uruguay, para inhumar un cuerpo se debe agendar con el cementerio un

horario, lo asignan el mismo día en que se dará sepultura y cada destino tiene su horario, es
decir, para tubular hay un horario, para panteón hay otro, para tierra otro, para nicho otro,
para depósito de cremación otro esos horarios se subdividen cada 15 minutos. Cuando a las
familias se les explica esta metodología y optan por tomar el horario disponible sino deberán
esperar al día siguiente, o peor aún si la persona fallece un sábado y se les informa que
deberán esperar al día lunes ya que los domingos no trabajan los funcionarios municipales,
para dar sepultura, la mayoría se atiene a la disponibilidad del momento aun no teniendo el
resultado y muchas veces, la mayoría de las veces, el resultado del hisopado es negativo y
toda esta presión a la que se somete a la familia, ya que los apresuran en todas las instancias
del proceso, no hacen más que imposibilitar una despedida digna.
Una vez que se enferetra el “posible covid” como se dice en los hospitales o sanatorios, y se
cierra el féretro, no se toca más el cuerpo, éste debe embolsarse, tampoco se enluta, es decir,
el cuerpo, así como se encontraba en el hospital o sanatorio, se coloca en una bolsa, las
mismas que se usan para llevar al cuerpo a cremación, y se coloca la mortaja por encima de la
bolsa. Si por ejemplo se está llevando a cabo el velatorio y se da aviso que el resultado del
hisopado es negativo, y la familia por fin puede acariciarle el rostro y despedirse de su familiar,
resulta que el cuerpo no está en condiciones para ello pues no se enlutó como se hace
generalmente, no se realizó el arreglo facial que se hace con regularidad ni se colocó la
mortaja como usualmente se hace, esto pone en una situación bastante delicada a la
funeraria.

La rapidez que se exige en el retiro del cuerpo, el cuidado especial que se debe tener con el
mismo, los horarios breves que se dan en los cementerios de Montevideo, la presión que siente
la familia por la celeridad y prontitud que se les pide o exige, no permiten que se puedan
despedir de una manera apropiada y, quizás esto afecte el duelo, la salud mental de los
familiares y deudos y quizás con esperar un par de horas, como sucede (a veces tarda de una
par de horas a un día), se podría evitar esta amargura; afortunadamente en Uruguay muchas
veces el resultado es negativo, en su mayoría, y se brinda demasiado tarde, incluso luego de
inhumar el cuerpo, y la familia se pierde la oportunidad de honrar la memoria del que se fue
de una forma más cálida y respetuosa.

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