
Un breve recorrido sobre la historia de la cremación.
La palabra crematorio tiene su origen en el latín “crematio” que significa quemar, incinerar. La cremación es la práctica de deshacer un cuerpo humano muerto, quemándolo, lo que frecuentemente tiene lugar en un sitio denominado crematorio. La cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver, entre otras razones por sus costos más económicos en comparación con el entierro tradicional.
La cremación se inició en los días del hombre prehistórico. El hombre primitivo descubrió los beneficios del calor y de las llamas, y el fuego se constituyó en una deidad. El hombre primitivo expresaba su devoción a este Dios y buscó la protección para sus miembros fallecidos a través de la cremación.
La cremación aparece en la península griega durante la Edad de Bronce. Los griegos creían que al cremar el cuerpo se purificaba el alma y la desprendía de su forma terrenal.
Cuando el pueblo romano absorbió las ideas y costumbre griegas, ellos también comenzaron con la cremación. Cuando se desarrolló el Imperio Romano, la cremación era ampliamente practicada y los restos cremados eran colocados en elaboradas urnas funerarias y muchas veces alojados en un Columbario.
Alrededor del año 400 A.C. la mayor parte de Europa se convirtió al cristianismo, y el enterramiento (o sepultura), reemplazo casi completamente a la cremación. La cremación volvió a la práctica en los 1800.
A pesar de la popularidad de esta práctica en los últimos tiempos, la cremación es muy antigua y hubo épocas, en que incluso estuvo prohibida o castigada.
Algunas iglesias protestantes comenzaron a aceptar la cremación, bajo la premisa racional del ser: «Dios puede resucitar a un difunto de un tazón de cenizas tan fácilmente como puede resucitar a uno de un tazón de polvo». En 1963 el papa Paulo VI levantó la prohibición de la cremación, y en 1966 permitió a los sacerdotes católicos la posibilidad de oficiar en ceremonias de cremación.
Tendencia:
En la actualidad, la incineración de cadáveres sigue siendo más habitual en países europeos y asiáticos. La tendencia mundial, uso y costumbre, se inclina cada día más por esta opción. La falta de espacio en los cementerios y razones económicas entre algunos de los factores, han determinado que la población demandante mire a la cremación con otros ojos. La cremación, además, llega como solución frente al problema de la saturación y colapso de los cementerios tradicionales. Muchos cementerios se encuentran con su capacidad sobre el 80 por ciento y no poseen terrenos disponibles para seguir creciendo.
La cremación es lo que se considera «normal» actualmente. El año pasado, la cremación superó al entierro tradicional por primera vez en Estados Unidos. Ese es un hito sumamente importante que marca un cambio enorme en las tradiciones funerarias. En 1970, solo un 5% elegía la cremación. Este año, de acuerdo con la Cremation Association of North América, alrededor del 55% de las personas que fallezcan serán cremadas, y se anticipa que para el 2030 ese número llegará al 71%. Lo cierto es que, en América Latina, la opción de la cremación se ha incrementado en varios países en hasta un 400% en la última década. Prueba de ello, es la gran cantidad de hornos crematorios que se instalan anualmente, y la gran oferta en la industria exequial de hornos crematorios a nivel latinoamericano. Tanto los empresarios del sector funerario, como los estudiosos de la sociedad, coinciden en que la tendencia de la población hacia la cremación seguirá en aumento. «Yo pienso que, si en la medida que se están experimentando cambios culturales y nuevos valores que van dando paso a lo que es la construcción de una nueva sociedad, en el contexto de la postmodernidad y de la globalización, muchas personas más van a ir a optar por esta solución», detalla el sociólogo Francisco D’ Oleo.
Beneficios
Económico: Generalmente los costos de un entierro son más elevados. En la mayoría de las cremaciones, no se realizan gastos como el pago del terreno en el cementerio, el arriendo de una sepultura, reducción y traslado de restos (en caso de exhumaciones). Con la cremación, por lo general, no hay gastos posteriores para lápidas, cuidado de tumbas, etc. Salvo para aquellos que deseen conservar las cenizas en el cementerio, pero, aun así, las opciones de enterrar las ánforas o mantenerlas en columbarios son más económicas que los entierros comunes.
Ecológica: Con la sepultura tradicional, pueden producirse ciertos contaminantes ambientales que no se producen luego de incinerar el cuerpo. Los féretros por sí mismos también pueden contaminar, dependiendo el material de fabricación. Otra fuente contaminante es la presencia de radioisótopos que se encuentren en el cadáver debido entre otras cosas a la radioterapia.
Práctica: Muchos, antes de morir, piensan en facilitarles las cosas a los deudos, y hay quienes ven la inhumación como una innecesaria complicación de su proceso funerario por lo que prefieren la sencillez y rapidez de la cremación. En resumen, quienes optan por la incineración, la ven como un proceso más simple y expedito que el entierro tradicional.
Moderna: A pesar de ser una costumbre muy antigua, la cremación es considerada hoy en día como un servicio funerario moderno. Por un lado, se utilizan avanzadas tecnologías en los hornos, que se intentan mejorar constantemente. Además, si consideramos el crecimiento exponencial que está experimentando la población mundial y la falta de espacios asociada a este fenómeno, la cremación aparece como el entierro del futuro.